
"Hoy en día visitar Jerusalén me emociona más que beber y perder la conciencia en un bar. Aunque... quizás me emborrache en Jerusalén", afirma sonriendo la cantante. Ateniéndonos a su historial lleno de alcohol, su insinuación no ha caído como una broma sino como una sincera amenaza. Si se acerca a algunos de los bares jerosolimitanos que desafían el ambiente divino de la ciudad puede sufrir lo que muchos identifican como el "síndrome de Jerusalén".Desde hace semanas, sus fans israelíes esperan que llegue la noche del miércoles, cuando la provocativa rubia actuará en el Festival 'Non Stop Music' de Tel Aviv. "Es un gran honor estar aquí. Yo crecí en el seno de una familia católica y
fui educada sobre el concepto de que Israel es un lugar sagrado y muy especial. Por eso, estar ahora aquí y visitar los lugares santos de Jerusalén es una experiencia espiritual muy fuerte", afirma, tras adelantar que desea pegarse un chapuzón en el Mar Muerto.Ante una batería de 'paparazzis' y periodistas, la artista de Nueva York ha dado una particular explicación de su sueño: "Mi aspiración nunca fue ser famosa sino una estrella. Es algo muy diferente a ser una famosa más. Por ejemplo si eres estrella, la gente te tiene miedo".
En un guiño a la audiencia local, ha aparecido vestida con una chaqueta de cuero, luciendo en su espalda la Estrella de David, cosida con puntos plateados. Nada más pisar Israel, Lady Gaga soltó la siguiente muestra de modestia: "Soy muy popular porque soy muy sexy. Soy la única estrella 'pop' en el mundo a la que su compañía discográfica intenta vestir en vez de desnudarla".Lady Gaga es un fenómeno y quiere que todos nos demos cuenta. "Ojalá la gente estuviera más interesada en mis éxitos o en mi música, pero soy mujer, rubia y no llevo pantalones. Creo que por eso me preguntan siempre por mi vida privada".La norteamericana de 23 años expuso varias exigencias a los productores israelíes. Un espacioso vestuario con ducha y lavabos privados al lado del escenario del Festival. Que le prepararan una cena diferente cada noche, exigiendo que fuera norteamericana, asiática, turca y mexicana. Un fuerte cinturón de seguridad. Y centenares de botellas de agua para ella y los suyos.
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